La fascinación por el miedo: lo que el neuromarketing revela sobre los fanáticos del cine de terror

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Publicado en diciembre 4, 2025

Cada octubre, millones de personas buscan sentir miedo.
Las plataformas de streaming destacan lo más perturbador, las marcas se visten de Halloween y las emociones extremas dominan la conversación.

Pero… ¿por qué disfrutamos tanto asustarnos?
La respuesta está en el cerebro, y el neuromarketing lo explica a detalle.

El cerebro disfruta del miedo (cuando sabe que está a salvo)

El miedo es una emoción primaria, gestionada por el sistema límbico, especialmente por la amígdala cerebral.
Cuando sentimos miedo real, nuestro cuerpo reacciona con alerta y tensión.
Pero cuando el entorno es seguro —una película, una atracción, un videojuego—el cerebro interpreta la amenaza como un riesgo controlado.

Ese “miedo sin peligro” libera dopamina y adrenalina, generando placer.
Por eso los fanáticos del cine de terror disfrutan la experiencia: su cerebro busca sensaciones intensas, una mezcla adictiva de miedo y alivio.

El miedo capta atención y deja huella

Desde el punto de vista del neuromarketing, el miedo tiene un poder excepcional:
rompe patrones perceptuales, despierta curiosidad y fija recuerdos emocionales.

El sobresalto, la sorpresa o la tensión activan los circuitos de atención del cerebro y fortalecen la memoria implícita.
Por eso, las experiencias de miedo —aunque ficticias— son inolvidables.

La Neuropirámide de Romano: del susto a la emoción

El modelo de la Neuropirámide de Romano explica cómo el miedo impacta principalmente en tres procesos cerebrales:

  1. Atención/Reacción: el estímulo inicial captura atención.
  2. Emoción: se genera excitación y placer.
  3. Razón / Cognición: el cerebro busca sentido a la experiencia.

El terror se mueve con fuerza en los tres primeros niveles de la Neuropirámide, donde ocurren las decisiones más rápidas y emocionales.
Ahí radica su poder: impacta antes de que pensemos.

Del cine a las marcas

El éxito del género de terror enseña algo valioso a las marcas:
las emociones intensas son memorables.

Netflix, Universal Studios o Burger King han usado el miedo simbólico —la sorpresa, el misterio, la anticipación— para crear campañas inmersivas y conversaciones virales.

El objetivo no es asustar al consumidor, sino activar su emoción y atención.
Porque cuando el sistema límbico despierta… el recuerdo se queda.

Conclusión.

El fanatismo por el terror no es casualidad: es neurociencia.
El miedo, vivido en un contexto seguro, estimula, entretiene y conecta.
Y esa es una lección clave para el marketing emocional:
👉 no hay conexión sin emoción, ni emoción sin memoria.

En Neuromarketing ayudamos a las marcas a comprender y activar las emociones humanas detrás de las decisiones.
Diseñamos estrategias basadas en evidencia neurocientífica que generan impacto, recordación y conexión real con el mercado meta. ¿Tu marca está lista para emocionar al cerebro? 👇

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